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Emilio Tejera :verified:

Los espías suelen trabajar en las sombras. Pero hubo uno que acaparó titulares y ha sido representado múltiples veces en el cine. De hecho, alguien le interpretó en la gran pantalla ANTES de que le descubrieran. Pero claro, era fácil, porque era un film producido, escrito, asesorado y grabado por espías.

Con ustedes, EL AGENTE MÁS FOTOGÉNICO DEL MUNDO. Adivinad cuál es.

Algunos podéis estar tentados de pensar que el título le debería corresponder a este célebre agente británico y, aunque os explicaré por qué no es así, os doy permiso para escuchar este hilo con alguna de sus célebres BSOs de fondo.

Eso sí, luego descubriréis que la más apropiada, por supuesto, es ésta:

Porque, en efecto, por muy rutilante que sea James Bond, es el opuesto al espía ideal en muchos estilos: un agente debe ante todo ser discreto. Pasar desapercibido. No montar nunca escándalos y, por supuesto, resultar fácil de olvidar.

Los agentes suelen ser gente más anodina que las arrebatadoras chicas Bond que nos embelesan nada más entrar por la puerta. De hecho, a la pobre Valerie Plame, cuando la administración Bush desveló su tapadera como espía, en venganza por lo que ellos creían revelaciones acerca de la guerra de Irak, se le terminó la carrera de inmediato, y su vida se puso en grave peligro.

Pero vamos a por nuestro espía. Uno cuya verdadera identidad no se revela hasta 1963… pero al que una película, en cierta manera, le había señalado catorce años antes.

Con ustedes, el individuo que inspiró “el tercer hombre”: curioso para una película que tenía probablemente hasta 5 espías en plantel. Ninguno era él.

Vamos por partes. Harold A.R. Philby nació en la India británica. Su padre era un arabista de prestigio que estaba en contra del colonialismo inglés, y quizá eso, y el contacto con los beduinos gracias a su progenitor, influyó en sus futuras ideas.

La estancia en la India le trajo un apodo: Kim, como el joven personaje de Ruyard Kipling de origen irlandés que trabajaba como espía para los británicos. Es curioso, pues, que el desde entonces Kim Philby acabara ejerciendo el camino a la inversa: el de la traición al Reino Unido.

Philby estudió en Cambridge, y allí tuvo el primer contacto con el marxismo, en el que acabó creyendo de manera convencida. De hecho, se une a los comunistas por la decepción que le causan los partidos y el esquema social británico. En 1933, se licencia con la ilusión de luchar contra el fascismo, y se une a diversas organizaciones internacionales para tal fin.

Su primera prueba de fuego tiene lugar en Viena. Hay una cosa que no suele contarse sobre el momento en que la Alemania nazi se anexiona Austria. No es sólo que hubiera austríacos encantados: es que los austríacos ya tenían su propio régimen pro-nazi. Otra cosa es que ese gobierno no estuviera de acuerdo con la anexión.

Pero retrocedamos un tiempo, antes de que llegaran los alemanes: Austria tiene un gobierno dirigido por un partido abiertamente nazi, pero al menos respetaban ciertas partes de la democracia. No obstante, después de un registro gubernamental en la sede del Partido Socialdemócrata, una milicia socialista armada se rebela, lo cual desencadena una violenta represión por parte del gobierno, incluyendo bombardeos en zonas de viviendas sociales.

El alcalde socialdemócrata fue obligado a dimitir, y su partido, uno de los mejor organizados de Europa, fue disuelto de la noche a la mañana. Austria pasó a ser una dictadura de modo absoluto. Los arrestos y ejecuciones se contaban por miles. En medio de todo esto, Kim Philby colaboró salvando a algunos izquierdistas a través de las alcantarillas de Viena. Quedaos con ese detalle.

Philby no sólo se limitó a eso. Resulta que se enamoró de una joven activista húngara, Litzi Friedmann. La única manera de sacarla intacta del país era gracias al pasaporte británico de Philby: por supuesto, se casaron, cosa que horrorizó a la madre de Kim. Se cree que es a través de la inteligente Litzi (quien ya andaba enredada en operaciones de inteligencia) como Philby entra en contacto con lo que sería la futura KGB, que le recluta para trabajar a su servicio.

Pero, para ser eficaz, Philby debe borrar su pasado como hombre de izquierdas. Y lo hace muy bien. Vuelve a Inglaterra y, para pasmo de sus amigos, se presenta como simpatizante de Hitler. Hasta visita Berlín varias veces. Luego, marcha como corresponsal de “The Times” para retransmitir el avance de las tropas de Franco en España.

Aquí ocurren dos sucesos importantes: 1) explota una bomba en un coche en el que iba junto a otros 3 periodistas, pero él sale casi indemne. Hay quien dice que Philby planea el atentado porque sus compañeros le habían descubierto; 2) se llega a sopesar que Philby asesine al general Franco, pero sus superiores creen que le falta carácter para ello, así que sigue fingiendo que es un periodista a favor de los rebeldes; tan bien lo hace, que recibe condecoraciones por parte del bando golpista.

Cuando vuelve a Inglaterra, hay más transformaciones: 1) por un lado, en cuanto empieza la Segunda Guerra Mundial, rompe simpatías con el fascismo y se pone a trabajar a favor del Reino Unido. Tanto que, gracias a la recomendación del espía británico Burguess (quien, claro, trabajaba también para la URSS) consigue entrar en el servicio de espionaje británico; 2) se divorcia de su esposa, se sospecha que como parte de su tapadera como espía.

Durante la guerra, se cree que Philby proporcionó información muy valiosa a la Unión Soviética, y que trabajó arduamente en contra de que Alemania lograra una paz separada con Gran Bretaña, uno de los grandes temores de Stalin. Por otro lado, Philby asciende hasta tal punto que él y sus amigos infiltrados consiguen que le nombre jefe del Contraespionaje antisoviético: es decir, ¡tenía que espiarse a sí mismo y a sus colaboradores! Se halla, pues, en la posición ideal.

Apenas tiene incidencias. Hay alguna leve sospecha, pero nadie ata cabos. Corre por 1ª vez grave peligro cuando un agente ruso quiere desertar a Occidente y puede revelar su identidad: pero Philby se las apaña para hacerse cargo del asunto, informa a Moscú, y éstos envían a varios agentes a Estambul, donde secuestrarán a su desertor y le harán volver a la URSS para torturarlo y ejecutarlo.

Apenas tiene incidencias. Hay alguna leve sospecha, pero nadie ata cabos. Corre por 1ª vez grave peligro cuando un agente ruso quiere desertar a Occidente y puede revelar su identidad: pero Philby se las apaña para hacerse cargo del asunto, informa a Moscú, y éstos envían a varios agentes a Estambul, donde secuestrarán a su desertor y le harán volver a la URSS para torturarlo y ejecutarlo.

Así pues, terminada la guerra, Philby está en la situación perfecta junto a sus dos máximos hombres de confianza, Burguess y Mclean, quienes también trabajan junto a los rusos. Recordando el atentado del que salió ileso, algunos le llaman “afortunado”.

Hay un aspecto interesante en su periplo como espía: durante la guerra, en 1943, se pone al frente del equipo encargado de las labores de espionaje en la Península Ibérica. En ese momento, está a cargo de un joven agente del que se hace muy amigo. Ese hombre se llama Graham Greene.